domingo, 10 de abril de 2016

No es por mi, soy yo.

No puedo hacer de tu risa un paisaje, ni puedo hacer de un desastre un nosotros con un alguien que no existe, sin embargo siempre se me dio bien imaginar imposibles en el pecho de nadie, agarrarme al intento de un extraño con mis mismas carencias que me coja de la mano a oscuras bajo las sábanas.
La soledad no es por elección propia, lo admito, me sobra la imaginación para no encontrarte, me refiero a que tengo un cúmulo de desmedidas inestables pendientes de acorralarme las mejillas.
Esta es la hora en la que abren los bares, dijo uno que debes considerarte un borracho cuando el camarero asocia tu cara a una bebida, a mi me pasa igual con las miradas.
Estoy triste y no es de nada, llevo mis no se qué más o menos al día, mis desastres son los mismos que antes y después de, mis qué no explican nada, mis dónde son conmigo y mis cuándo son un siempre.
He empezado a fumar y beber más, a despistarme con frecuencia y he vuelto a llegar tarde a los sitios en los que, por fortuna, aún alguien me espera.
La invisibilidad de un mundo de mierda habitado por animales me perjudica profundamente, el humo de los coches ya no se confunde con el de mi cigarro pero si con el de mis pensamientos que ya no son mucho más que eso.
Creo que me conformaría con verme en el espejo y encontrarme sabiendo que soy yo, esta vez, pero no.