miércoles, 21 de marzo de 2018

El statu quo de mis sueños

Tenemos las ojeras hechas a la medida del cansancio, el nuestro, de nosotros mismos; tenemos temblor en el cuerpo, hecho de inseguridades adquiridas mientras crecemos, aunque no maduremos; y tenemos, muchas veces, miedo en la mirada, el mio está hecho de los fantasmas que habitan, todavía, en mi cama.

Pero, en fin, todos tenemos monstruos, y a estas alturas creo que somos nosotros los que los alimentamos, porque sigue siendo mucho más fácil que enfrentarse a ellos.

Así que bueno...

Anoche tuve un sueño en el que recogías todas tus fuerzas, llamabas a tus miedos, dejabas de darles de comer para expulsarlos de esa comodidad a la que un día llamarás hogar, y será cálido, lo prometo, y cogeremos todas tus risas y tu podrás dejar de temer, y las pondremos en un bote para que acudas a ellas si lo necesitas, y seremos casa y hogar, y todo eso que siempre quisimos, lo prometo.

Anoche, en serio, tuve un sueño, tu eras lo que siempre fuiste y yo sujetaba la vida que quisieras, que quieres, que yo tenga, para ti. Vivíamos en una casa en el mar, y tu sonreías, y tu sonrisa, es, sin duda, lo mejor de cualquier sueño.

Esta es la calada que recibo como aliento, no el último, pero tan profundo como será al final.