sábado, 1 de diciembre de 2018

Buenos días.

Cada noche me masturbo antes de dormir, aunque otras veces también lloro, creo que eso me define bastante.

Le he construido una jaula a algunos de mis sueños rotos, no vaya a ser que se reconstruyan y decidan volver a molestarme.

Hay días de esos tan raros que amanezco cuando la gente se despierta, le doy los buenos días al sol, y yo estaba acostumbrada a ver atardecer en el mar, pero me queda lejos; me imagino que entré muchas cosas aprendí a poner también esa sonrisa de mentira que hace que nadie se preocupe.

Tengo el cansancio atascado pidiendo a gritos algo, y no sé muy bien el que, porque no es descanso. Se me han aglomerado las ganas de salitre, se mezclan con las ganas de, ya sabes.

Alguien una vez me dijo que era salvaje, y cada vez me pongo menos barreras, creo que me quiero acostumbrar a darme con toda la fuerza contra los muros, así deja de doler cada caída. En fin.

Yo venía aquí a decir que a veces si es tarde, y no hay dicha que valga.

Algún día dejaré de fumar, mientras tanto, alguien me presta fuego?

sábado, 10 de noviembre de 2018

Llovía, creo.

Tengo un montón de ruido entre las manos, está tan caliente que quema y se pega, yo intento lavarlas, deshacerme de esas ansias, que no son mías, que me matan.
Me he sentado en aquella colina a la que prometí llevarte una vez, he querido esperar, pero solo quedan cenizas y humo, y yo ya no sé que hacer.
A veces cojo esta maleta de dudas y me acerco al mar, entonces casa y hogar se encuentran y las recogen, y vienen y van, y van y vienen y al final no están.
Solo venía a decir que quiero ser camino, y nada más.

sábado, 27 de octubre de 2018

Olvida(r)te.


Pudiste haberlo hecho todo mucho más fácil, pudiste hacerte a un lado, o darlo todo, coincidir con tus errores, abrumarte en tus movidas, pudiste ser futuro, ser hogar y casa al mismo tiempo y construir con las manos todo lo que al final derruiste.

Pudiste ser la conciencia, el error que rompe la regla haciendo esta vez positivas las estadísticas, pudiste nadar contra el sistema, bucear en el encuentro, salvar y sumar.

Pero la verdad, preferiste no hacer el esfuerzo, preferiste la nada, el dolor ajeno en manos propias, el perdón descompuesto, las lágrimas y los gritos. Decidiste que menos a veces es más, pero jamás lo será a tu lado, quisiste sumar con tanta fuerza que te dividiste por millones que son mucho más dolor que tú.

En un momento, yo me jugué a la ruleta rusa el amor que me quedaba, lo convertí en miles, multipliqué el pan y compré más birra a ver si así dolía menos el impacto, olvídate.

Contigo es imposible nadar a contracorriente.

martes, 23 de octubre de 2018

De mi caos emocional a vuestras pantallas.


Persiste un mar de dudas en eso que yo llamo la nostalgia por lo claro, el qué hacer de mi sin mí, o como encontrar el hogar que perdí hace años. Recurren a mi mente homicidas canciones de descanso, frases vibrantes en espasmos y planes de, buscando una sonrisa, la mía.

He creído demasiado en los demás y muy poco en mis intenciones, me he dado pocas oportunidades, me he guiado por normas estúpidas, base de una cabeza “bien amueblada”, no tengo ideas de futuro y no pienso tenerlas porque el camino es el viaje y el destino nunca me ha importado demasiado.

A veces habláis de una sociedad que yo desconozco, conocéis y contáis y yo no lo entiendo. 
Comerciamos con nuestras emociones todo el tiempo, y con nuestro tiempo toda la vida, habláis de los lugares que jamás conoceréis, de las caras que olvidaréis y de aquello que al final pasó y estabas tan entimismade que no te diste cuenta, como una estrella fugaz. 

No me cansaré de repetir que en esa mirada hay tanto amor como daño. Y a veces no puedo convivir con esos ojos.

sábado, 4 de agosto de 2018

Morriña


Este verano no pude ir a la playa, el mar no me acarició la piel y la ausencia de agua salada entre los pliegues de mi piel se echa casi tanto de menos como algunos abrazos, es curioso, siempre he sentido el hogar como algo pasajero, ajeno a mí en ciertos momentos, fácil de encontrar en cualquier océano, en pocos ojos y en ningún desierto, creo.
¿Sabéis que hay personas que pueden hablar con los ojos? Siempre he pensado que me encantaría saber hacerlo, llenar de palabras las miradas, y bueno, como no sé hacerlo escribo, que es lo que aprendí a hacer cuando la soledad vencía un poco esta barrera.
Vale, yo venía a decir que te echo de menos, que entre continentes y océanos tengo un yo que sé que qué sé yo, que me corrompe un poco la soledad, que me hace un poco mejor y un poco más fuerte, también; pero eso, que te echo de menos, que hace frío en este invierno, y todavía falta un montón para el verano.