Este verano no pude ir a la playa, el mar no me acarició la
piel y la ausencia de agua salada entre los pliegues de mi piel se echa casi
tanto de menos como algunos abrazos, es curioso, siempre he sentido el hogar
como algo pasajero, ajeno a mí en ciertos momentos, fácil de encontrar en
cualquier océano, en pocos ojos y en ningún desierto, creo.
¿Sabéis que hay personas que pueden hablar con los ojos?
Siempre he pensado que me encantaría saber hacerlo, llenar de palabras las
miradas, y bueno, como no sé hacerlo escribo, que es lo que aprendí a hacer
cuando la soledad vencía un poco esta barrera.
Vale, yo venía a decir que te echo de menos, que entre
continentes y océanos tengo un yo que sé que qué sé yo, que me corrompe un poco
la soledad, que me hace un poco mejor y un poco más fuerte, también; pero eso,
que te echo de menos, que hace frío en este invierno, y todavía falta un montón
para el verano.
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